Es una calamidad, saber que la máxima autoridad aduanera del país,
tenga tantas divisiones como funcionarios, y aclaro que es lógico y debe ser
así para dar paso “efectivo” a los diferentes procesos que, en cuanto al
comercio exterior se deben atender. Lo que no es bueno, es que mientras en las
líneas telefónicas, “cuando atienden la llamada, porque no es siempre”, exista
un trato cordial, realmente amable, e incluso por correo electrónico, se
encuentren respuestas… pero ¡oh Dios! El dolor de cabeza que surge cuando el
usuario debe dirigirse de forma presencial a las diferentes oficinas, espacios,
divisiones de la entidad aduanera, porque ahí ya todo cambia. Los
“funcionarios” atienden de mala gana, con una cara que hace juego con su
comportamiento poco simpático y grosero con quienes, por obligación, nos vemos
en el viacrucis de asistir a hacer diligencias allá, porque la tecnología no da
para tanto, es decir, no da para poder hacer todo por el majestuoso internet, y
por el contrario debe uno interactuar con estos especímenes, que toman sorbo a
sorbo su amargura y la destilan sobre quienes requerimos de su mala atención.
Realmente no existen canales en donde uno se pueda quejar, o funcionarios a quiénes acudir para resolver inquietudes, el siguiente es más agresivo que el anterior, y cuando uno refuta su comportamiento, los trámites que se deben realizar, no salen, se niegan, no explican la causa de la devolución y con esa misma grosería, rechazan sin dar explicaciones, sin contestar amablemente, y nuevamente el usuario, en su mar de incógnitas, intenta por teléfono o correo resolver sus inquietudes, en donde hay respuesta, pero tardía.
Todo esto lo comento, porque la división que entrega los certificados de origen, de la seccional Bogotá, en el centro administrativo de carga, en el piso 2, los personajes, porque aclaro, funcionarios no parecen, atienden con mala cara, y una actitud que sobrepasa los gestos de su expresión facial, al usuario que va a realizar las diligencias correspondientes a la obtención física de los certificados de origen, (que recalco, deberían ser 100% virtuales), los trabajadores del área, siguen en su huraña actitud y el exportador o tramitador, queda perdido entre ese cúmulo de escritorios, caras antipáticas con respuestas negativas y sin saber a quién preguntar o un punto a dónde dirigirse, cuando hay un rechazo por parte de la “entidad” del trámite que se fue a realizar, jamás explican, solo atinan a contestar “si se rechazó fue porque quedó mal, qué no entiende de eso” y continúan con el siguiente y así…
La autoridad aduanera, debería invertir mejor sus recursos, perdón, nuestros recursos, en innovar y poner al servicio una plataforma más robusta que haga que los trámites sean virtuales y así el exportador o importador, puede sin tropiezos continuar su gestión documental; además, esto eliminaría muchas cosas, menos ocupación del papel, menos interacción con personas que están cansadas de atender público, con un pésimo servicio al cliente, ahorro de tiempo al usuario, devoluciones innecesarias, aprovechamiento de la plataforma de la entidad para hacer este tipo de documentos, ahorro de dinero para ambas partes, jubilación de esos funcionarios que realmente uno logra entender que su amargura está porque ya su edad, es para un merecido descanso, tal vez amargo, pero al fin y al cabo descanso, pero más que todo un descanso para las personas que debemos acudir a estos lugares.
En fin, quienes hemos sufrido la mala atención de esta área, y por obligación nos vemos en la necesidad de ir a reclamar documentos que deberían ser digitales, saben de lo que les hablo. Ahora pienso, si esto me ocurre a mí, que sé del cómo se hacen los procedimientos del comercio exterior, cómo serán los emprendedores, que deben pasar y pasar y pasar por la mala atención, sin dirección, sin guía, sin una mano que le ayude a continuar un paso que no es difícil, pero sí es amargo, cuando no hay con quién avanzar, más si es la autoridad que da vía a la globalización del país… muy triste…
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